Más allá del mito.
"30 canciones en 12 horas , su obsequio para los venezolanos"
Como si presintiera que ese era su último día en el país al que llegó a considerar su segunda patria, JJ se esforzó por grabar tres LP en un tiempo récord. Fueron 30 canciones autóctonas de Venezuela. Las disqueras aún no han encontrado a un artista similar, uno que grabe en cuatro horas lo que a otros les tomaría quince. Nadie con una memoria tan privilegiada, capaz de escuchar una sola vez el tema y de inmediato grabarlo. Los venezolanos lo sienten como suyo y en las radios y en las calles su música aún se escucha con fuerza.
Con una botella de brandi y tres cajetillas de cigarrillos, JJ entró al estudio de grabación para emprender una jornada maratónica: grabar 30 canciones en 12 horas.
Caía la tarde en aquel Caracas de la década de los 70 cuando comenzó el reto. El compositor Valentín Carucí se tomaba un breve descanso luego de un día agitado. Esa mañana había puesto a punto las 30 pistas y gestionó los 30.000 dólares que Discomoda debía pagarle al artista por la producción.
Era una tarde fría y tensa. Aunque Julio Jaramillo estaba acostumbrado a los retos, esta parecía una tarea imposible. No conocía ninguna de las canciones y no había tiempo para aprenderlas.
Al día siguiente, el Ruiseñor de América debía partir a Nueva York, en un viaje impostergable.
“Compadre, fúmese un cigarrillo”, le decía Julio a Carucí, con una tranquilidad que terminó por contagiarlo.
Eran las 17:00, recuerda el compositor, cuando empezó a tararearle, por un audífono, los temas que de inmediato JJ iba grabando.
Un cigarrillo se apagaba y otro se encendía, hasta que a las 05:00 del día siguiente, cantó el tema número 30. “Ya no fumo más”, fue lo primero que dijo Carucí al terminar el trabajo. Julio rió y respondió: “Estás loco, compadre”.
“Fue un recorrido por la música venezolana, como un regalo para el país que él consideraba su segunda patria”, cuenta.
Así fue. Estos tres LP (10 canciones cada uno) se convirtieron en un obsequio para su público de Venezuela. El último. Después de esa fría madrugada de 1972 ya nunca más regresó al país que lo acogió por más de 8 años y que lo esperaba cada vez que salía en sus largas giras.
Carucí asegura que Julio Jaramillo fue el único extranjero que logró lo que ni Los Panchos pudieron: cantar igual o mejor que un venezolano la música autóctona de ese país, con el ritmo sincopado (efecto rítmico que inicia en tiempo débil y se prolonga al fuerte).
“Nunca pensé que sería la última grabación aquí”, dice con nostalgia el compositor, quien además lo recuerda porque en ese país cantó Lamento Campesino, de su autoría.
Julio Jaramillo hizo de este tema un éxito. Pero no fue con ese nombre con el que se dio a conocer. Con el olfato que tenía JJ para saber qué podía pegar, decidió que su público, en un concurso en radio Continente, escogiera el nombre. Y fue allí como surgió “Mire, comadre, mire”, que cuenta la historia de un campesino que ve cómo su hijo se va muriendo sin saber qué hacer.
Las casas disqueras de Venezuela reconocen que Jaramillo era un hombre con un don artístico único.
Con JJ no se perdía dinero en el estudio de grabación, asegura Gildardo Álvarez, de fonográfica Gilmar. No había que alquilar por tanto tiempo el lugar. Lo que a otros artistas les tomaba quince o veinte horas, con él se lo conseguía en cuatro o seis.
En unas páginas cuidadosamente guardadas Gildardo conserva los títulos de más de 150 canciones que grabó con su disquera. Las tiene por orden alfabético: Amor por qué no vuelves, Alma de mi alma, Ansias, Azabache, Al retornar, Amor eterno...
Aún después de muerto, Julio Jaramillo sigue cantando. La música de los LP se han digitalizado y se han eliminado aquellos ruidos originales como el de la puerta sonando cuando entraba alguien mientras se grababa, o el choque de copas o manos cuando un disco salía mejor de lo planificado.
Todavía es un negocio. Hay discos que nunca salieron de Venezuela y que ahora se piensa venderlos a disqueras de otros países como Ecuador, Perú y Colombia.
Antonio Segura, de Sudamericana del Disco, fue quien grabó el primer disco de JJ en estudios venezolanos. “Hicimos un éxito muy grande que fue La panadera y que se convirtió luego en el título de una novela”.
En ese acercamiento se desarrollaron varios productos musicales de los que se recuerda “Julio Jaramillo en México”, con el éxito Volver Volver.
Y al igual que los representantes de las otras disqueras, Segura está convencido de que JJ tenía una memoria privilegiada. “Al señor Julio Jaramillo usted le daba el disco, se ponía en el tocadisco e inmediatamente le decía al técnico: dale. Con solo oírla una sola vez se memorizaba la letra y la música”.
Pero los elogios no solo vienen de las disqueras. En las calles, aún algunos ciudadanos lo consideran como suyo.
En el taxi de Argenis, que comienza sus recorridos en el aeropuerto, hay un porta CD que contiene música del Ruiseñor. La nostalgia lo invade al escuchar sus canciones.
“En Navidad mi madre pone esa música”, dice este hombre de 62 años, mientras saca un cigarrillo y asegura saber la historia de cada uno de los temas. Los explica, como todo un experto musical, y se estremece al escucharlos.
“Es que usted no sabe lo que él significa para nosotros los venezolanos”, cuenta mientras respira profundo, enciende otro cigarrillo y vuelve a poner el tema Fatalidad, que le trae viejos recuerdos.
Julio Jaramillo murio a eso de las 9:15 de su decimotercera noche de hopsitalización, el 9 de febrero de 1978 en la Clínica Domínguez de Guayaquil (Primero de Mayo y Machala), victima de una crisis provocada por una gastroenteritis. Quienes lo recuerdan en aquellos días previos dicen que entró caminando a aquel lugar. Su esposa, Nancy Arroyo, guardiana de su legado, asegura que Julio llegó por cálculos en la vesícula, con un dolor pero nada más.
El estado era crítico y las opciones comenzaron a barajarse: un viaje a un hospital de Estados Unidos o un traslado al hospital del IESS. Nada se concretó y la noche del jueves 9 de febrero la voz de “Míster Juramento” se apagó definitivamente.
Tomado de: http://www.expreso.ec/entregasespeciales/especiales/2009/01/19/jjaramillo/jaramillo6.asp
Otro regalo de Antología Llanera... que vale la pena leer... gracias amigo Walter.
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